Hablar de apego en relaciones no monógamas es abrir un melón jugoso y lleno de contradicciones. Porque una parte de nosotras quiere libertad, expansión, honestidad radical. Pero otra parte —más primitiva, más asustada— quiere certezas, pertenencia y exclusividad. Y cuando ambas conviven, a menudo lo hacen en tensión. No en armonía.
El mito de que si eres libre, no sientes celos
Uno de los errores más frecuentes en quienes se abren a la no monogamia es creer que, por el hecho de elegir esta forma de relación, deberían ser inmunes al apego o a los celos. Pero no funciona así. Elegir una estructura relacional no borra de golpe años de condicionamiento emocional. Ni elimina nuestras heridas.
Como señala Jessica Fern en su libro Polysecure, “la clave no está en eliminar el apego, sino en cultivar un apego seguro dentro de estructuras abiertas”. Eso implica reconocer cuándo el vínculo nace del amor, y cuándo del miedo al abandono, del deseo de control o de la necesidad de validación.
La teoría del apego, desarrollada inicialmente por John Bowlby y ampliada por Mary Ainsworth, describe distintos estilos de vinculación: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado. Cada uno de ellos puede activarse intensamente en relaciones no monógamas, porque este tipo de vínculos despierta múltiples escenarios inciertos: compartir el afecto, el tiempo, el deseo…
Una persona con apego ansioso puede sentirse insegura ante la existencia de otras relaciones, interpretando la atención hacia otra persona como una amenaza a su propio lugar. Alguien con apego evitativo puede usar la no monogamia como excusa para no implicarse emocionalmente. Y una persona con apego desorganizado puede oscilar entre necesidad extrema y evitación total, generando caos.
Sentir celos no te hace menos evolucionada, te hace humana. Los celos no son el problema, el problema es no escucharlos. Pretender eliminarlos o ignorarlos suele ser más dañino que reconocerlos y abordarlos con honestidad. Los celos pueden estar señalando una necesidad insatisfecha: de atención, de presencia, de comunicación o de validación interna. Como propone la terapeuta Fern, trabajar desde un enfoque de apego consciente nos permite transitar los celos como un portal, no como un obstáculo. Como una oportunidad de indagar qué herida está pidiendo ser vista.
No confundir desapego con desconexión
Otro mito frecuente es que para estar en relaciones abiertas hay que ser desapegada. Pero muchas veces el llamado “desapego” es en realidad desconexión emocional, evitación o incluso miedo a implicarse. La clave no está en no necesitar a nadie, sino en cultivar una autonomía emocional que permita estar en vínculo sin fundirse ni disolverse. El apego seguro no significa independencia absoluta, sino conexión desde la madurez.
Herramientas para cultivar vínculos libres y seguros
Soltar el ideal y abrazar lo real
En la práctica, las relaciones no monógamas nos enfrentan a nuestros límites, a nuestras heridas y a nuestra capacidad real de sostener la libertad del otro sin sentirnos amenazadas. Y eso no siempre es fácil. Pero sí puede ser profundamente transformador.
Como dice bell hooks en All About Love: “El amor genuino es la voluntad de nutrir el crecimiento propio y el del otro”. Y eso incluye aceptar que el otro no es nuestro. Ni para siempre. Ni exclusivamente. Sino libre, como tú. Como yo. Como el amor que queremos habitar.